lunes, noviembre 28, 2005

Por los viejos cuates

Foto de la redacción de Intolerancia tomada hace dos años, con motivo del segundo aniversario. El que hace caracolitos de la izquierda es su seguro servidor. La subo porque la encontré en el archivo
Saludos a los viejos camaradas

miércoles, noviembre 09, 2005

Algo sobre el cura pederasta

Ahora que se ha destapado la cloaca del cura pederasta poblano y que resultó ser amigo del párroco de la iglesia de Santa Clara Huitziltepec, un pueblito ahí por la mixteca poblana, un tal Gilberto Nájera. Recordé una de esas viejas historias de reportero que a cualquiera le pasan y que dada su importancia para mi, retomaré en este post:

Uno
Era septiembre de 1999, Arturo Luna era mi jefe de información en el periódico El Universal de Puebla. El 14 de septiembre, para ser exactos, mi jefe se acercó a mi y me dijo: "Oye cabrón, ¿en qué municipio las cosas están de la chingada?".
Inocente de mi, se me ocurrió darle una lista de varios municipios con problemas post electorales. Arrancaba la administración de Melquiades Morales Flores.
-¿Y cuál de veras está cabrón? -me insistió Luna, con un tono de curiosidad.
-Ah, mi querido Arturo. Yo creo que Santa Clara Huitziltepec. Los perredistas apenas golpearon a un grupo de policías que intentaron liberar la presidencia muncipal que estaba cerrada con piedras y palos. De esa golpiza, a dos tiras los mandaron al hospital.
-¿No mames?
-Me cai.
Arturo me vio tranquilamente y con su particular parsimonia me dijo: "Bueno, mi querido Zeus, pues te vas para allá. Quiero que cubras el grito en Huitziltepec". Yo me lo quedé viendo y le sonreí. Pensé: "Chinga tu madre. Ajá y acá está tu pendejo".
Arturo remató: "Te vas con el fotógrafo Ulises Ruiz."
"Me carga la chingada. Y para colmo me mandan con El Negro", volví a pensar.
Entre Ulises y yo pedimos la camioneta Hichi van que la empresa usaba para repartir el diario, pedimos viáticos y nos quedamos de ver el 15 de septiembre (día en el que descansan los reporteros, el 16 no hay periódicos) a las cuatro de la tarde en la redacción de El Universal.

Dos.
Total que el 15 a las cuatro de la tarde que nos dan el dinero, que nos dan las llaves de la Hichi van. Y Ulises me sugiere que nos compremos un paquete de pan bimbo, unos chiles La Morena, jamón, mayonesa, queso y dos cocacolas familiares para cenar algo.
Prendí la camioneta, ya cuando iba por el bulevar 5 de mayo que se le ocurre a esa madre (Hichi van) pararse. Así nomás, por sus purititos huevos (por no decir bujías) y a la de mil y con dos golpes técnicos y un empujón arrancó.
Llegamos a la Comercial Mexicana que está en la 5 Sur y compramos los víveres. En eso que le digo a Ulises: "¿Sabes qué cabrón?, esta madre si no le frenas no se apaga. ¿Cómo ves si nos lanzamos al pinche pueblo ese así, con el acelerador al fondo?, de huevos, a ver qué pasa".
-Pos vas -respondió lacónico.
-Pos voy.
Y que le meto el acelerador de Puebla hasta Santa Clara Huitziltepec, casi sin enfrenar, seguidito.
Qué rápido y furioso ni que la chingada. El pinche Zeus y el pinche Ulises que vamos hechos la chingada a un pinche pueblo que se ubica a unos kilómetros de Tepexi de Rodríguez.

Tres.
Llegamos al pueblo como a eso de las seis treinta de la tarde.
-Ulises, quédate aquí. Estás tan pinche feo que si te ven, te van a madrear por ponerle en la madre a este pueblo tan pintoresco.
-Vete al carajo. -Bueno, pero me esperas. Voy al carajo, regreso y les pido permiso a los perredistas para que sepan que venimos en son de paz.
-Sale
-No te comas los sandwiches.
-Chinga tu madre -
Bueno, pero no te los comas.
-Ok.
Para no hacer el relato cansado, fui y hablé con los inconformes. Para esto, yo mentaba madres, porque traía una movidita con una reportera de TV Azteca, de la cual me reservo el nombre porque ante todo soy un caballero y por ahí anda dando lata (ya no en TV azteca).
Por lo tanto, a mi me había invitado la changuita aquella a su noche mexicana y, por cierto, Ulises traía también su movida con otra muchachona. (como paréntesis, Ulises y este su relator habíamos acordado que una vez que pudieramos nos largáramos a ver a nuestras respectivas prospectas).
Entonces, que me les acerco a los perredistas y que saco las credenciales, y que me dicen que a toda madre y que me quedara, que había fiesta. "
-¿Y el presidente municipal, si está tomada la presidencia, quién va a dar el grito? -pregunté.
-Ese pinche Ardelio (el alcalde priista) no lo queremos aquí. Que dé el grito en su casa allá en su rancho.
-¿Y quién va a dar el grito? -insistí.
-Pos el cura
-¿Quién?
-Pos Gilberto Nájera, el padrecito del pueblo. (Ojo, aquí yo por dentro me sorprendí, porque el hecho era algo histórico. Miguel Hidalgo había renacido de la noche a la mañana).
La cosa es que yo intenté no mostrar la emoción que me generaba esa revelación y preferí quedarme calladito.
-Ah, claro, el cura.
-Sí, aquí lo queremos mucho.
-Es como su líder.
-Es nuestro líder moral, él es el que nos ordenó tomar la presidencia.
-Claro, es una buena obra -dije yo como si fuera algo normal.

Cuatro
Salí caminando rápidamente rumbo a la Hichi van. El Negro se había encerrado y ya se había cenado dos sandwiches. Eran como las siete de la noche para ese momento.
-Nos quedamos, Negro.
El cura va a dar el grito. Ya chingamos, nos llevamos la de ocho.

Cinco.
"Toc, toc, toc, toc"
-Ora pinche negro.
"Toc, toc, toc, toc"
-Ya cabrón, deja dormir un rato.
-Yo qué.
-Ay cabrón. Es afuera. Vas pinche Ulises, yo ya me los chamaquié.
-Te toca, a ti te conocen. Además yo estoy tan feo que voy a dañar la imagen del pueblo tan colorido.

Seis
-Buenas noches, qué pasó.
-Oiga, joven. Mire es que nosotros celebramos a la reina de la Independencia. Y como ustedes son periodistas quisieramos ver que si es posible, ¿verdad? que si nos hacen el favor de ser los padrinos de la muchacha.
-...
-Ándeles, no se hagan. Y aquí su fotógrafo que nos haga unas fotos.
-...
-Sale, gracias.
Y ahí ves a este su relator con la reina de la Independencia, vestida como quinceañera, una muchacha morena, con braquets, que tenía un barro más grande que su nariz. De ahí en fuera pues no estaba tan mal la oriunda de Santa Clara. "
Que me sientan en el toldo de una camioneta de redilas junto a ella y ahí los dos. Yo como el Momo, ese rey feo y ella con su sonrisa metálica.
Total que recorrimos el pueblo.
Ulises se justificó como fotógrafo por qué no podía estar con la reina.
Y el güey tome y tome fotos y riendose de este su amigo.
Llegamos al zócalo.
Nos tomaron otra foto y ora sí el momento de la verdad:
El cura Gilberto Nájera, un señor de no más de 70 años, con el cabello canoso apareció en la escena. Llevaba su sotana y toda la cosa.
Inició la misa.
El cura en la homilia habló mal de Ernesto Zedillo, de Melquiades Morales, habló bien del EZLN, mal del PRI, en fin, llamó a tomar las armas.
Tras culminar la misa. Se quitó la sotana, se colocó un sueter gris, tomó la bandera de México y: "¡Mexicanos, viva México!" Se aventó la letanía.
Concluyó el grito.
Pasaron los bailables, los recitales de los niños.
La fonomímica de Jeans, o un grupo así.
Y el cura se despidió.
Era mi momento, ténía que entrevistarlo.
Él caminaba sólo por la plancha del zócalo y de pronto me le acerco.
-Padre, padre.
Dos tipos gordos que medían algo así como 1.80 metros se me pusieron enfrente y me impedían el paso.
Ulises se escondió con su cámara tras unos arbustos.
-¿A dónde crees que vas?
-A platicar con el padre.
El cura se volteó y me preguntó qué quería.
Tras explicarle quién era y bla, bla, bla. El cura aceptó la entrevista. Saqué mi grabadora. Los gorilas me la tumbaron de un manotazo. "Nada de grabadoras". Saqué mi pluma y mi libreta de taquigrafía. Los gorilas me la hicieron a un lado. Entonces, yo me dije: "Ni pedo, mi Zeus, a la buena memoria".
La entrevista sirvió para confirmar que el cura había azuzado a los pobladores para tomar la presidencia municipal y sacar del pueblo al alcalde priista. Sirvió para denunciar al entonces gobernador Melquiades Morales, en fin.
Al concluir, el padre, quien hablaba coomo un papá conciliador dijo: "Hijitos, míos, vayan al baile, tómense unos tequiltas"
-Sabe qué padre es que ya nos tenemos que ir.
-No, no, no. Ustedes se quedan. Muchachos, acompañen a los señores a la fiesta.
Y los gorilas, como guaruras de la judicial nos llevaron a Ulises y a mi al baile (literal).

Siete
Ya habíamos bailado con la reina. Ya habíamos brindado con los pobladores. Y ya era como las doce y media. Nos escapamos. Nos subimos a la camioneta como de rayo pensando que cada quien agarraría a su respectiva chamacona para eso del grito y los festejos.
-Mi querido Ulises, acelerador sin frenar.
-Pos vas.
-Pos voy.
Y ahí ves a los dukes de SantaClara Ocoyucan sorteando el camino a como diera lugar. Total que al llegar a Chachapa como a eso de las dos y media de la mañana. Cuaz. que se para el coche.

Ocho
Ya habíamos empujado. Ya lo habíamos pateado. Ya lo habíamos escupido. Total que el auto no respondía. De pronto a empujar y los perros que empiezan a ladrar. Salimos corriendo y estaba la camioneta en una bajada. La Hichi van que toma su fuerza y que se sigue la muy desgraciada y que nos deja al Ulises y a mi. Pasó una patrulla de la policía municipal de Puebla en la carretera, lo detuvimos y nos dijo que nos llamarían una grúa. Pues ni madres, qué. Le marqué a mi compadre Alejandro Rodríguez para que me mandara una grúa y estaba repedo. En fin. la historia culminó con que llegué en un taxi a la redación de El Universal y de ahí pedimos la grúa. Ese día a las dos de la tarde ya estaba escribiendo la noticia que llegó a las primeras planas del diario a nivel nacional.

Colofón
Ahora que Gilberto Nájera resurje como el mejor amigo del pederasta bien vale la pena retomar la historia.
-¿Y qué pasó con nuestras changuitas?
-Nada, nada, lo que le pasaría a cualquiera, esa noche fueron felizmente fajadas por otros menos pendejos que nosotros
"¿A quien se le ocurre trabajar en 15 de septiembre? "


Fin