lunes, agosto 16, 2004

Los tres cochinitos

Uno
Ella era alta, blanca, tenía los labios más rojos y carnosos que había visto y probado.
Su cabello era negro, le llegaba por el rumbo de los omóplatos.
Se hacía llamar Dévora, aunque su verdadero nombre debería ser Debora.
Desde el micrófono llamaban a Dévora para que bailara.
Cuando Dévora subía a la pista se soltaba el cabello.
Dévora era frágil, lenta y oportuna.
De pronto los celos nos afloraban al ver cómo le aplaudían otros, mientras ella se adueñaba de las candilejas.
Al quitarse toda la ropa se te quedaba mirando con ternura. Dévora te sonreía como si hubiera hecho una travesura y te estuviera pidiendo perdón, como exigiéndote que fueras su cómplice.
A Benito no le gustaba Dévora porque prefería a Natasha (Natacha) de quien no dudabas en pensar que era una puta. Natacha era la típica muchacha de cintura breve y pechos operados, muslos grandes, musculosos (dentro de los parámetros permitidos), pero su cara tenía cierta perversión que al verla tú sabías que te cobraría hasta el triple de lo que en verdad valía, era una mala copia de Bibi Gaytán
En cambio, Dévora era puta por convicción y no por conveniencia.

Dos
De pronto Dévora estaba sentada ahí, junto a nosotros tres.
Tenía cara de niña y se moría de la risa al confesarte que su primera relación sexual la tuvo con el cura de su pueblo.
-¿Y con sotana o sin sotana?
-Con Sotana. Es más rico.
-¿Y con ostia o con vinito de consagrar?
-Primero la ostia y luego el vinito, papá.
Natacha, por su parte, su tema de conversación era: "Tons' qué papito, ¿vamos a un reservado?".
Dévora quería seguir platicando, quería que le preguntaras sobre sus perversiones sexuales para que ella te saliera con una respuesta mejor.
-Los que venimos aquí somos:
a) Perros.
b) Cerdos.
c) Chacales.
-Chacales, mi amor.
-Y tú, ¿cómo te defines?
-Yo soy una chacala, mi vida.
Dévora pedía cerveza.
Natacha una copa de no sé que madres de color rojo, me acordaba de las gelatinas que preparaba mi abuelita y que sabían a fuchi con chingada madre.
Dévora tocaba con la punta su lengua (roja e impoluta) la escarcha de la cerveza repartida en el contorno del vaso.
Con la lengua llena de sal, te sonreía.
Ella bailaba, mientras que Natacha y Benito se abrazaban.

Tres
Ya estabamos hasta la madre.
Dévora no quería hacernos un privado prefería seguir chupando su cerveza y que le preguntaras sobre su primera vez.
Éramos los tres cerditos, Natacha subía a bailar y Benito se quedaba con nosotros dos y con Dévora.
Dévora, en cambio, cada vez era más bonita, más bella, más tierna. Había dejado de ser puta por convicción y había pasado a ser una puta por devoción.
Éramos los tres cerditos: mientras uno la besaba en los labios, los otros dos le besábamos los pechos.
Parecíamos a Rómulo y Remo amamantandose por una (loba) chacala.
Ella te daba un beso y te decía: "Otra cerveza".
La tocabas, la abrazabas, le besabas la mejilla para sentirla suave, tersa, como comercial de Camay.
Tenía una pequeña pancita que sobresalía de su traje entallado, parecía una pancita de embarazo. Un ombligo negro, profundo, un hoyo negro por el cual Einstein comprobaría sus teorías.
Éramos los tres cerditos:
-Órale culeros, ya me llenaron las tetas de babas -te decía con voz sensual.
-Órale jijo de la chingada, ya me llenaste de mocos -su voz era poesía para nosotos.
-Chinga tu madre, mi voz es mi voz y qué pedo, culero -nos encantaba que nos humillara.
Que estuviera ahí enseñandonos sus tetas. Los tres besándola al mismo tiempo, como los tres cochinitos.

Cuatro
-Oye Dévora, y ¿cómo te llamas realmente?
-Me llamo Leticia.
-Y si te digo Lety.
-Te miento la madre.
-¿Cuál nombre prefieres?
-Mi nombre actual es Dévora, aunque me gusta que me digan Devy.
-Debi
-No, pendejo, Devy
-Devi.
-Pendejo, pendejo, pendejo. Devy
-Por eso, pues, Deby.
-Chinga tu madre, Devy,
-Ah, Devy.
-A güevo, mi amor. Dame un beso....
-...
-...
-...
-¡Hey!, ¡Mesero! ¡Otra cerveza!





1 comentario:

Anónimo dijo...

Eso confirma lo dicho por Sabines: Canonicemos a las putas (...) Vírgenes perpetuas