Lo primero fueron sus pecas en esa nariz aristócrata. En esa nariz sin cartílago.
Lo segundo fueron las odas a la Luna.
Lo tercero fue la revelación de El Ángel Custodio y el cielo y la hora cero.
Vaya que nunca había observado que la naturaleza se detiene, avanza, camina, se muere y renace en cosa de segundos.
"Orita vengo", dije "voy por una botella de agua mineral". Salí a las seis de la tarde de mi casa y regresé a eso de las dos de la mañana.
Vi el cielo que se revolvía en una mezcla de colores azules, rosas, naranjas. Vi la avenida Juárez distinta. Vi a los cuervos gritando, mientras la naturaleza fallecía.
Tu espalda morena estaba ahí.
Tus cabellos recogidos alimentaban la escena.
La Luna estaba a punto de salir.
Lo primero fue tu cabello en una conferencia de prensa de Jorge Morales Alducin.
Lo segundo fue un animal en cautiverio.
Lo tercero fue una coca-cola y un café americano, por cierto horrible.
Lo demás es historia.
Vale, que podría enumerar una por una la serie de encuentros y desencuentros.
Pondría los puntos sobre las íes.
Uno a uno.
Y todo para decir lo que ya sabes: que me traes pendejo.
En el principio fue una flor de calabaza.
En el principio era una quesadilla.
Al final le colocaron rajas y chicharrón.
Pero la flor de calabaza se mantuvo y todo para recordar, una y otra vez, el primer encuentro o reencuentro.
Con tu cabello y tus pinches pecas.
Mis miradas libidinosas.
Mis instintos sexuales.
Mi abstencionismo emocional.
Y las ganas de ir por una botella de agua mineral para no regresar jamás.
Lo primero fue una botella de agua mineral.
Y tus, nuestras, horas cero.
lunes, febrero 07, 2005
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