domingo, abril 30, 2006

El camarada estilos

Ayer leí el número uno de la revista Revuelta que edita la UDLA. Encontré un texto fascinante de Santiago Gamboa que se llama "Don Quijote en ambos mundos". Evidentemente no pienso transcribirlo porque la verdad me da mucha hueva, no obsntante, sí pienso citar un fragmento. Honestamente, mis queridos drugos, se los recomiendo ampliamente porque, aunque el tema es la literatura en Europa y latinoamérica, yo me atrevo a pensar que también se puede traducir en formas y estilos de vida. Vuelvo a insistir en que es un fragmento, porque lo que copié sí se va a sacar de contexto, sin permiso de su autor, por supuesto.
Sin más rollos ahí les va:

"¿Cuáles son los elementos que conforman el estereotipo de lo 'latinoamericano' en Europa? Yo diría que éstos pueden resumirse en tres palabras clave: exotismo, evasión y revolución.
"El exotismo proviene del Caribe y, en gran medida, de los copistas de Gabriel García Márquez que, partiendo de una fórmula exitosa, llenaron la imaginación europea de historias mágicas protagonizadas por seres auténticos, en medio de intensos huracanes y palmeras salvajes, donde residiera el último bastión de la inocencia, la virtud y la bondad humanas. La evasión está estrechamente ligada a esto: ese mundo de lancheros sabios y guajiros naturales, en la amplitud del mar, hace soñar a la pobre secretaria de clase media que llee con avidez en el atiborrado autobús de Londres o de Franckfurt mientras va a una oficina fría, y probablemente esas historias le permitan sobrellevar su vida gris.
"El estereotipo de la revolución merece un párrafo aparte, pues la revolución latinoamericana es el equivalente del realismo mágico para la izquierda europea. Esta izquierda intelectual, heredada del Mayo del 68, es el principal consumidor de esa literatura en la que los indios son explotados, los gringos son malos y los obreros solidarios. Quien describa esta situación con cierto talento, mezclando la compasión con dosis de picardia y buen humor, puede asegurarse no sólo el éxito sino el ser invitado a la mayoría de los congresos latinoamericanos europeos. En ellos, nuestro escritor disfrazado de latinoamericano, deberá ser víctima de la iniquidad, un representante del dolor o un desaparecido, capaz de hacer llorar narrando las penurias de su país y depositando en el público algunas gotas de culpa, para luego pasar la horra y cobrar por su actuación, que en este caso no es en monedas sino en libros vendidos. Cómpreme uno y siéntase mejor".


Hasta aquí la cita

Me quedé pasmado al leer todo el texto y en particular ese fragmento, porque me acordé de los viejos universitarios que se sientan en el restaurante Vitorio’s para presumir su vieja y apestosa izquierda (la llamo apestosa porque es una izquierda guadalupana). Ellos no son necesariamente exóticos, aunque su actitud lo es. Por su puesto de evasivos no tienen nada, y de revolucionario menos, pero qué chingona actitud de engañar y de venderse. Recuerdo que en esa actitud hay muchos, muchísimos, que se presentan así. Y no es para criticarse, al contrario, así son. Quizás lo son porque es la única manera de sobrellevar su vida gris.
Están por ahí, sí, los exóticos, que los ubicaría como esos chamacos piojosos (algunos de ellos debo reconocer que me dan envidia, porque cargan unas viejas buenísimas) que se presentan como muy rebeldes y como redentores de esta puta sociedad poblana.
Hago hincapié de que es puta porque a veces así se comporta, como una puta que baila al mejor postor. Y aclaro, ser puta no es malo ni bueno. Las putas son mujeres que a se dedican a putear y algunas lo hacen de forma maravillosa. Pues así es Puebla es una puta maravillosa, en fin, ese no es el tema del comentario. Me refiero a esos chamacos piojosos que se presentan como insurrectos mugrosos contra la Puta Puebla.
Y por ahí los evasivos que son los menos. Los que realmente se rajan la madre. Aunque aquí rompería el ánimo del texto de Santiago Gamboa, yo pondría a un Roberto Bolaño.
En fin mis queridos drugos, lean Revuelta, está muy, pero muy, pero muy chingona.

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