lunes, diciembre 13, 2004

Por qué de la pinche arritmia

Confieso que el texto de la Arritmia fue porque yo nunca he podido concatenar, ni escribir nada que tenga que ver con poesía. Además me cuesta trabajo congeniar con los llamados intelectuales poblanos, aunque a algunos, debo reconocerlo, los respeto.
Desde que estudiaba en la primaria -una cosa espantosa, con viejas espantosas que daban clases espantosas- mis maestras se pitorreaban de este, su servidor, porque no podía escribir odas a la bandera. Eso me frustró. Al grado que me fusilaba rollines de los libros de texto para que no me la hicieran de a pedo.
Luego, en la secundaria en las clases de español, cuando leíamos sobre versos, métrica y ritmos, pues quedé frustrado, sobre todo porque en la educación oficial te enseñan que la neta del planeta es nada más y nada menos que Manuel Acuña y su Nocturno a Rosario y que decir de la poesía vernácula y todas esas pendejadas.
Total que me obligaron a vomitar un chingo de cosas.
Luego en la prepa, recuerdo, un maestro, quien ya chupó faros, nos puso un ejercicio, nos hizo escribir enunciados y luego de ahí recortarlos hasta que salieran frases dignas de un concurso de rondallas y/o estudiantinas.
Ya más grandecito me empecé a interesar en otros géneros que creo que me hicieron interesarme en la literatura.
No obstante, me topé con un sector de güeyes que se dicen intelectuales y que dicen adorar a la Luna y que se sienten Garcías Lorcas en pequeño.
Nada creíble, pues.
Por eso la arritmia.
Porque no puedo pertenecer a ningún grupo, ni de la institución cultural, ni de los escritores que están bajo las coladeras.
Mi posición es más difícil porque soy neutro, porque soy arrítmico, porque me cagan los grupitos de estudiantes que presumen de poetas, pero que escuchan a la Oreja de Van Gogh y porque me cagan los supuestos radicales que andan por ahí. O aquellos que en cada poesía relatan putas u otros en los que hablan de los felatios cómicos que practican los homosexuales de la seis.
Prefiero a los carniceros que aplanan bisteces.
Y a los mecánicos con sus pósteres de chicas encueradas.
Y a los lúmpenes malditos que ni siquiera saben escribir.
Señores, soy arrítmico, lo mío es la basura y aceptar que traigo mierda todos los días en la cabeza.
Señores, soy vulnerable y corrompible.
Señores soy arrítmico.
Arrítmico.
Soy un sujeto que piensa en su salario. En quién va a contender en las próximas elecciones. En su DVD, en su estéreo, en si alguna vez tendrá un automóvil último modelo.
Lo demás si es que existe se lo dejo a los intelectuales poblanos, a los que hablan de las lunas, y de las putas y de la soledad y todas esas madres.
Yo no.
No puedo.
Mi arritmia está basada en la pendejés que me acompaña.
En comer tacos árabes, en las cemitas de El Haz de Oros y de El Carmen.
De los tacos sudados.
De los de la 25 Poniente y de los del Pasaje del Ayuntamiento.
Lo mío es dormir y tragar.
Y engordar como cerdo.
Aplanar bisteces.
Sin ritmo y sin sentimiento.
Para el ritmo y el sentimiento están los otros, los que se dejan el cabello largo y sueñan algún día con alguna beca de la Secretaría de Cultura.
Sueñan con que en la maestría o doctorado los bequen para poder huevonear agusto y de lo lindo.
Los que son piojosos institucionales.
Yo no, yo soy un piojoso del mercado de la 18 Poniente, pues a dos calles nací.
Y creo que así desapareceré.
Arrítmico.




2 comentarios:

Mario Martell dijo...

A mí también me gustan los tacos del Pasaje del Ayuntamiento pero no me clavo con lo que dicen o no dicen los "intelectuales" poblanos. Vamos, ni siquiera sé quienes son. Aunque más bien me da envidia no dedicarme de tiempo completo a escribir.
A mí también me interesa mi salario y tener un dvd y un coche último modelo.
Aunque también me preocupa que no tengo una laptop pero creo que realmente se puede sobrevivir sin eso..

Luis Ricardo dijo...

Pues a mí me gustó mucho éste y el texto de abajo, así carnicero y mugroso y falto de lunas.