miércoles, octubre 29, 2008

martes, octubre 28, 2008

lunes, octubre 27, 2008

domingo, octubre 26, 2008

Just like heaven



"Muéstrame como haces ese truco,
El que me hace gritar" ella dijo.
"El que me hace gritar" ella dijo,
Y puso sus brazos alrededor de mi cuello
"Muéstrame cómo lo haces y te prometo,
Te prometo que me escaparé contigo,Me escaparé contigo
(...)

"La luz del día me puso a punto
Debo de haber estado dormido por días
Y moviendo mis labios para respirar su nombre
Abrí mis ojos
Y me encontré solo, solo
Solo sobre un mar de rabia
Que se robó la única chica que amé
Y que la ahogó profundamente dentro de mí.".



"Show me
show me
show me how you do that trick
the one that makes me scream" she said
"The one that makes me laugh" she said
and threw her arms around my neck
"Show me how you do it
and I promise you I promise that
i'll run away with you
i'll run away with you"

Spinning on that dizzy edge
i kissed her face and kissed her head
and dreamed of all the different ways I had
to make her glow
"Why are you so far away?" she said
"Why won't you ever know that I'm in love with you
That I'm in love with you"

You, soft and only
You, lost and lonely
You, strange as angels
Dancing in the deepest oceans
Twisting in the water
You're just like a dream

Daylight licked me into shape
i must have been asleep for days
and moving lips to breathe her name
i opened up my eyes
and found myself alone alone
alone above a raging sea
that stole the only girl I loved
and drowned her deep inside of me

You, soft and only
You, lost and lonely
You
Just like heaven

Algo en memoria de Ibarra Mazari

Apuntes sobre un viejo cabrón (versión corregida)

José Luis Ibarra Mazari era un viejo cabrón.
Cabrón en el estricto sentido de la palabra: agudo, inteligente, sarcástico, criticón, tierno y buen amigo.
Cabrón, pues.
Falleció el miércoles por la noche, víctima de un problema en el corazón. No soportó una operación que le practicaron en el IMSS San José.
El jueves por la mañana, en Radio Oro, escuché a Luis Ochoa decir que el pasado 24 de diciembre le marcó por teléfono y le preguntó cómo estaba. La sorpresa: por primera vez decía que estaba mal, que estaba en el hospital. "Pero no creas que estoy mal por algo de salud. Estoy mal porque me contrataron de Niño Dios como en diez nacimientos y no me dará tiempo de estar en tantos pesebres."
Así se las gastaba el viejo cabrón.
Era un burlón de sí mismo. No le daba pena decir que él era tuerto: "No me pueden decir que soy discapacitado visual. Soy tuerto. No tengo un ojo. No se les dice discapacitados del cerebro ¿o sí?. Se les dice retrasados. Los ciegos son ciegos y los cojos pues..."
A Ibarra lo escuché por primera vez en 1988, yo tendría como 14 años. Comenzó a conducir junto con Fernando Canales y Marco Arturo Mendoza el programa aquel de A Toda Máquina, cuando a Fernando Crisanto lo había censurado el gobierno de Mariano Piña Olaya y había abandonado dicha transmisión.
Ibarra era un tipo genial y el trío aquel era estupendo.
Posteriormente lo escuché con Eduardo Merlo y Horacio Reyba (su sobrino) en un programa que se transmitía en AM, que se llamaba la Gaceta. Eso habrá sido por ahí de 1992 ó1993.
Dice Merlo que cuando echaron a andar ese programa, Enrique Montero Ponce les dijo: "No, no se preocupen. Dos o tres monos los escucharán".
El problema es que éramos como más de tres mil monos que escuchábamos ese programa que se transmitía en la XEZT, 12.50 de Amplitud Modulada.
Y al pobre de Montero lo monitoreaban los monitos de la sala de prensa del Gobierno del estado.
Montero, siendo honestos, qué güeva.
Yo conocí a Ibarra por ahí de 1995, en la cabina de Sí FM.
Llegó como a eso de las nueve de la mañana. Terminaba el programa de Canales.
Canales al verlo le dijo: "Masiosare"(Léase Mazari).
—Quiobo flaco —respondió el viejo, quien prendía uno de sus tradicionales Marlboro rojos.
Se puso a platicar con Minerva Gutiérrez, operadora de la 98.7.
El viejo cabrón hablaba normal, como si estuviera en un programa de radio. Sin ánimo de caer bien, sin presunciones.
Al escuchar su voz, que es inconfundible, volteé a verlo.
El viejo actuó como si nada.
Le pedí un cigarro (maldita costumbre la mía de fumar a las costillas).
Me lo regaló.
Me quedé callado.
Esa costumbre de encontrarse con tus superhéroes radiofónicos.
El viejo cabrón era como Luis Manuel Pelayo a la hora de interpretar a Kalimán. Era un secreto la voz de Kalimán. Siempre te imaginaste a Kalimán del otro lado de las hondas hertzianas, con su capa, con su traje blanco.
Y es que al ver a Ibarra Masiosare (Canales, dixit) te encuentras a un señor ya canoso, con una mirada (digo una porque nada más le servía un ojo) profunda y con una sonrisa similar a la de un chamaco desmadroso.
Tú escuchabas a Ibarra y te imaginabas a Kalimán, pero no era así, Ibarra en la radio era un Kalimán radiofónico, pero nada que ver con la figura aquella de la "Serenidad y paciencia mi querido Solín".
En 1996, meses después de que Canales emigrara a Radio Oro y se conformara aquella aventura noticiosa llamada En Confianza, Ibarra Mazari llegó a la estación.
Antonio Grajales (Amponio Granujales, como lo llamaría el viejo cabrón) lo contrataría por enésima ocasión.
Ocurrencia o golpe de suerte.
Grajales se le ocurrió decir, muy a su estilo: "Ay, mano, Fernandito (Canales), mano. A ver si van tus reporteros (yo entre ellos) a tomar unas clasesitas, mano, porque son medio pendejos para hablar, mano".
Habrá sido por ahí de septiembre del 96, un sábado a las diez de la mañana cuando por primera vez apareció Ibarra Mazari.
Alma, la secretaria de Canales, le sirvió un café horrible que había ahí.
Llevaba bajo el brazo el libro de "El Águila y La Serpiente" de Martín Luis Guzmán.
Y comenzamos a leer el capítulo aquel de la fiesta de las balas.
"Lean en voz alta, chamacos. Aunque vayan a cagar, lean siempre en voz alta".
A Ibarra se le veía entonces con sus lentes, un suéter, algún libro y el periódico La Jornada, al cual le era muy leal. El café ese horrible que preparaban en Oro, también lo acompañaban todos los sábados.
Sus clases de locución, si se les puede llamar así, eran divertidísimas.
Todo el tiempo leyendo o, en su caso, escuchando las anécdotas de el viejo cabrón, acompañado de los cafés de Almita, sus Marlboro rojos y Mauricio, su asistente, un tipo, por cierto, muy simpático.
Ibarra te platicaba que cuando cumplió un año sin beber alcohol, pues fue alcohólico nuestro Kalimán, descubrió en el calendario que ese día se celebraba el día de San Expedito.
Habrán sido ocho o diez meses que escuchamos reír y platicar a Ibarra Mazari. Sus clases eran dos horas de su programa “Ojo al parche”.
Pepe Azpiazu, uno de los mejores locutores de la XECD, dijo en Radio Oro el jueves pasado: “Ibarra llegaba puntual a la radio. Revisaba los periódicos, llevaba algunos recortes y apuntes. Todo eso lo hacía a veces treinta minutos antes de entrar a sus programas. Para Ibarra no había excusas sus programas eran lo más importante.”
A Ibarra no le gustaba que le alabaran su voz: “Mi voz es un don que Dios o un ser supremo o el creador me dio. Pero eso no depende de mi. Yo no engolo la voz, simplemente trato de leer y hablar correctamente”.
Las clases de Ibarra se acabaron por1997. Posteriormente me lo encontraba en La Vaca Negra o en Los Amorosos de la Juárez, o en cualquier café del centro.
Ahí platicábamos largo y tendido.
Yo quedé de regalarle un libro de Enrique Serna: El Seductor de la Patria.
Y ahora que lo recuerdo, siempre me reclamó porque nunca le hablé a su celular y nunca le regalé el libro, ni modo, me comporté como todo un poblano.
No obstante, con Ibarra se platicaba de todo: de música, de historia, de mujeres, de radio, of course de radio.
La última vez que lo vi fue el uno de noviembre, Ibarra tomaba café con Jesús Manuel Hernández. En un Itallian Coffe, que está sobre la 2 Sur atrás de La Catedral.
Lo saludé.
Reímos un poco, como siempre. El viejo cabrón me hizo reír, como siempre.
Nos despedimos con un fuerte abrazo
Muchos diremos que lo conocimos. Muchos presumiremos de sus largas charlas y de que lo escuchamos en no sé cuántas estaciones de radio. Algunos más practicarán aquello que alguna vez escribió Chava Flores: “Cuando vive el infeliz ya que se muera, hoy que ya está en el veliz que bueno era”. No obstante, sus amigos, dijo acertadamente Ricardo Menéndez Escobedo, éramos todos sus radioescuchas. Éramos sus más fieles seguidores.
Muchos asistieron a darle un adiós.
Otros preferimos dedicarle unas líneas a la voz oficial de los comerciales de Casa Rodoreda.
Hasta siempre, don José Luis.
Sus últimas palabras fueron: "Ya mis burros van muy lejos. Voy y vengo."
Voy y vengo.
Hasta siempre.

No acostumbro hacer esto, pero sólo porque lo pidieron lo repito y es que está diciembre del 2004, en los archivos de este blog, perdón a mis visitantes, pero creo que es bueno recordar al viejo cabrón.

Ojalá todo fuera tan sencillo como en 11 y 6

Fito Paez: 11 y 6

En un café, se vieron por casualidad
cansados en el alma de tanto andar,
ella tenía un clavel en la mano.
Él se acercó, le preguntó si andaba bien,
llegaba a la ventana en puntas de pie,
y la llevó a caminar por Corrientes.

Miren todos, ellos solos
pueden más que el amor y son más fuertes que el Olimpo
Se escondieron en el centro y en el baño de un bar,
sellaron todo con un beso.

Durante un mes vendieron rosas en La Paz,
presiento que no importaba nada más
y entre los dos juntaban algo.
No sé por qué, pero jamás los volví a ver.
Él carga con 11 y ella con 6,
y, si reía, le daba la luna.

Miren todos, ellos solos
pueden más que el amor y son más fuertes que el Olimpo
Se escondieron en el centro y en el baño de un bar,
sellaron todo con un beso.


jueves, octubre 23, 2008

Los tres estados ideales del Hombre

Me preguntan constantemente cuáles son los tres estados ideales del Hombre. Decía López Mateos que el estado ideal era ser senador. Se entiende porque desde esa posición había teléfono rojo con el presidente de la República, los gobernadores te rinden pleitesía, vas a los pueblos y te invitan molito, estás en la antesala para ser gobernador de un estado, las edecanes del Congreso de la Unión no sólo te mueven las nalgas sino que hasta te desajustan la corbata.
Bien, yo nunca he sido senador ni lo pienso ser. No me interesa mamar del presupuesto seis años (bueno a lo mejor sí, pero no por el momento). Dejemos entonces que ese es el primer estado ideal del Hombre (con altas para hablar de la humanidad y no del sexo masculino, varón, vulgo macho o lo que es lo mismo no te agaches porque te...).
Existen otros dos estados: el segundo sería estar borracho.
El tercero y ahí lo dejamos porque es ampliamente complicado, incomprensible, cursi, necesario, emocional, melancólico y que no se cura ni con aspirina ni mucho menos con un desenfriolito, es estar enamorado.
Hasta la palabrita cuesta trabajo, hay que reconocerlo en todos aquellos que nos gusta que nos vean como los malos de la película, los hell angels del cuento. No obstante, una frase de Gabriel García Márquez, creo que él la dijo y sino disculpen mi pendejancia, decía que uno se vuelve viejo cuando pierde su capacidad de enamorarse.
No conozco a nadie que no haya estado en este último estado. Hasta el momento no. Conozco a quien no se ha emborrachado alguna vez en su vida, sí, aunque parezca raro, pero sí los hay. Y conozco a muchos que no han sido senadores y qué bueno, no me imagino a mi mamá desde la tribuna del Congreso de la Unión.
Por qué el segundo es estar borracho se preguntarán: bueno, porque se siente poca madre, la mayoría de las veces y sí eso se quita con el tiempo. Lo peor que puede pasar es que acabes en AA o en alguna congregación cristiana en donde le pidas perdón a Dios y recuperes tu vida.
El tercero no se quita porque un amor es como la buena poesía, no se olvida, simplemennte se abandona. De todas maneras duele. Y eso ocurre, dadas las circunstancias y lo que provoca el tercer estado del hombre es mejor dejarlo ahí, no tocarlo mucho, no jugar con él, porque además nadie te entiende, nadie. Buscas respuestas y ni madres, quedas como un personaje débil ante la mayor parte de la gente cuando juegas con esto y buscas respuestas que jamás vas a poder encontrar. Es una puta sensación de morir por dentro, se vuelve una carrera de resistencia, no de poder, como muchos lo tendrían catalogado, es de resistencia. Así como el periodismo. Gana el que aguante más, gana aquel que no abra su juego, gana aquel que demuestre estar bien, aunque por dentro no lo esté. Gana el que tiene estrategia, gana el mayor, el mayor hijo de la chingada, como le dirían a David Reynoso en la película Viento Negro.
Así pues que debemos los seres humanos aprender a vivir con esos tres estados ideales porque si bien el primero es inalcanzable, los otros dos siempre están al alcance de la mano y son fáciles de llamar.
Aquel que diga que no se ha enamorado, perdónenme pero es un cretino o de plano está muerto. Y aquel que diga que no se ha empedado, pues muy su gusto y no sabe lo que se pierde.

Ahí les dejo una versión de Muse, recomendada por mi amigo Mundo y basada en la viejísima canción I'm Feeling Good que era interpretada maravillosamente por Nina Simone.




lunes, octubre 13, 2008

Everything Will Be Alright



I believe in you and me
I'm coming to find you
If it takes me all night
Wrong until make it right
And I won't forget you
At least I'll try
And run, and run tonight
Everything will be alright
Everything will be alright
Everything will be alright
Everything will be alright

I was out shopping for a doll

To say the least, I thought
I've seen them all
But then you took me by surprise
I'm dreaming bout those dreamy eyes
I never knew, I never knew
So take your suitcase, cause I don't mind
And baby doll, I meant it ever time
You don't need to compromise
I'm dreaming bout those dreamy eyes
I never knew, I never knew
But it's alright...

Everything will be alright
Everything will be alright
Everything will be alright
Everything will be alright

domingo, octubre 12, 2008

Persépolis (alguien debería decirles)

Es cierto que no hay que darles margaritas a los cerdos, pero alguien debería decirles a las compañías que las películas buenas deben de durar más de una semana, que se les debe hacer una promoción y que si el público poblano aún así prefiere seguir viendo bodrios en donde salen coches chingones, viejas bien buenas y güeyes mamados es su pedo.

Habemos algunos que exigimos que las películas duren más tiempo porque sino no las podemos recomendar y por eso la piratería se incrementa, ya que a veces una buena película sólo se consigue por ese medio. Así que Cinépolis, Cinemark, Cinemex abran sus ojos.

Bueno, si es que algún distraído anda por acá, no duden ni tantito en ir a ver Persépolis. Yo la he visto dos veces y si me animo iré una tercera.

Aquí les dejo el trailer de la película. Está demás decir que es buenísima... Sé por qué la recomiendo. Y sino, consíganla en pirata que creo que ya existe.

viernes, octubre 10, 2008

Any fool knows, a dog needs a home

Y cualquier tonto sabe que un perro necesita un hogar

Love will tear us apart

Sol de otoño

El centro de la ciudad sigue oliendo a lo mismo: a mierda.

Camino por la 16 de Septiembre y 7 Poniente. Doy vuelta hacia los cines. Veo una pareja. El tipo medio mugroso la abraza a ella. Ella, guapa, con los cabellos de colores, buen cuerpo, muy buen cuerpo le sonríe y le da un beso. Recuerdo una escena de hace años cuando vi Memento, en esos mismos cines: Salíamos tomados de la mano. Caminábamos hacia La Catedral, nos sentamos de hecho en el atrio y, de pronto, te me quedaste mirando de una manera rara. Abriste los ojos y me gritaste: "¡No me mires así!".

Fue en el 2002, lo recuerdo bien. Te fuiste y desapareciste. No llegaste a casa. Yo me embriagué esa noche con el Huachi y el Negro. Volví a saber de ti al otro día que cenamos en El Café Plaza de la Avenida Juárez y 25 Sur (ya desapareció, ahora es un restaurante de carnes como los que abundan en esa calle).
Creo que ahí comenzó la fractura.

Sigo caminando y de pronto me llega un olor a un perfume barato. Veo a unos mocosos que se besan. Las calles del centro parecen antros de Cholula: la misma fiesta pero con diferentes borrachos

La Catedral es la misma, las señoras que gritan "¡borrachitos!" o los productos para los "cayos para los mezquinos" o "Le nace le crece el cabello", sin olvidar el sonido de los despertadores. Los globeros, los pordioseros que apestan a madres y son parte de este escenario en donde huele a mierda.

El cielo es el único que cambia. El cielo en otoño es lo más hermoso que se puede admirar.
Octubre (pasando las últimas lluvias) y noviembre, el sol y el cielo cambia completamente a diferencia de todo el año. La Avenida Juárez a las siete de la noche se vuelve tétrica, la luz se empieza a esconder para dar paso a la oscuridad. El viento arrecia. Todo se muere por un instante. Es como si en un segundo se parara todo. El chillido de unos pájaros negros controlan la escena. Y como si imaginariamente hubiera un tronar de dedos, todo regresa a la normalidad: los putos salen al Paseo Bravo. Los escritores poblanos se van a Profética a tomar café. Los juniors van a los gimnasios a lucir las nalgas. Los niños usan aún sus uniformes escolares.

En el centro, los politiquillos de medio pelo toman café en el Italian que está en la Juan de Palafox y el Portal Morelos. En el Vitorio's hay unos extranjeros comiendo Pizzas. En las esquinas los papeleros con sus mismos discursos. A unos pasos El Sol de Puebla.

Y el centro de la ciudad sigue oliendo a lo mismo: a mierda.

jueves, octubre 09, 2008

I'got soul, but i'm not a soldier

THE KILLERS
All These Things That I've Done



Cuando no hay ningún otro lugar mas para correr
¿Hay una habitación para un hijo más?
Un hijo más,
Si puedes aguantar, Si puedes aguantar, aguanta

Quiero levantarme, quiero irme
Sabes, sabes- no, no lo sabes!
Quiero brillar en el corazón del hombre
Quiero un significado desde la palma de mi mano rota

Otro dolor de cabeza, otro corazón roto
Soy tan viejo que no puedo resistir
Y mi cariño, bueno viene y se va
Necesito la dirección a la perfección no, no, no, no

Ayúdame
Sí, sabes que tienes que ayudarme
Sí, oh! no me dejes para más tarde
Sabes que tienes que ayudarme

Y cuando no hay ningún otro lugar más para correr
¿Hay una habitación para un hijo más?
Estos cambios no están cambiándome
Al chico de corazón-frío que solía ser

Sí, sabes que tienes que ayudarme
Sí, oh! no me dejes para mas tarde
Sabes que tienes que ayudarme
Vas a desanimarte tú mismo
Sí, vas a desanimarte tú mismo…

Tengo alma pero no soy un soldado…

Sí, tu tienes que ayudarme
Sí, no me dejes para más tarde
Sabes que tienes que ayudarme
Vas a desanimarte tú mismo…
Sí, oh! no me dejes para más tarde
Sí, vas a desanimarte tú mismo

Cambio y fuera, la última llamada para el pecado
Mientras todos están perdidos, la batalla se ha ganando
Con todas esas cosas que he hecho
Todas las cosas que he hecho
Si puedes aguantar... Si puedes aguantar...

miércoles, octubre 08, 2008

una de mis debilidades

Sí, lo confieso: me gusta como canta el tal Víctor Manuel San José.
Sí, ya sé, que cómo yo que le pego al jevy mezcal y a demás chuladas como el progresivo, que el maicol petruchi y su chiflosca mosca.

Ni modo, son mis debilidades y lo admito.

Seamus

martes, octubre 07, 2008

A dónde van

Los manteles son para ensuciarse.
Las camas para destenderse.
Los zapatos para desgastarlos hasta que parezcan hojas de tamal y se llenen de hoyos.
Los calzoncillos son para mancharlos.
Los baberos para llenarlos de babas y mocos.
Los pañuelos para echarlos a perder.

¿Y yo?



Tomado del yutub. Parece manual de Guitarra fácil, pero es que no encontré uno mejor. Y como me lo estoy fusilando, no queda de otra más que hacer de tripas corazón. Ora que la letra es muy buena. Yo no soy muy fan de la trova, pero hay cosas que valen la pena escucharlas. Hace años, unos seis, sino mal recuerdo o quizá un poco más, le regalé este disco a una señorita que se autodenomina Luna. En fin, escuchen la rolita, ta chida, ta chida.

lunes, octubre 06, 2008

Los días más felices de nuestras vidas

"Mira, te presento a mi hermana", me dijo José Miel.
—Ah, hola.
—Gabriela… Zeus… Zeus… Gabriela.
—Ah, tú eres Zeus.
—…
— Yo a ti te conozco.
—Ah, sí, y... ¿ bien o mal?
—Mal.
—Ah chingao, —dije sorprendido, mientras se me regaba el vasito de güisqui sobre un blazer negro que portaba, —¿Y qué hice para que me recuerdes así?, —rematé.
—Hace años, cuando se llevó a cabo un concurso del Instituto Poblano de la Mujer sobre periodismo. Yo te conté cómo se calificaba el material fotográfico de los concursantes. Te dije que había chanchullo. Estabas con Luis Diego. Y había unos reporteritos ahí. Lo publicaste. La vieja esa que era la presidenta de la AMPEP me veía refeo.
—Pero yo nunca revelé la fuente. Nunca dije que tú me dijiste.
—No era necesario. La vieja esa sabía que yo sabía demasiado, pero ya me vale madres. Pinche vieja loca.
—Un favor, ya no digas reporteritos, porque eso duele. Está bien que seamos raquíticos, pero no les llames así.
Gabriela sonrió y levantó su vaso de vodka con tónic y se fue a bailar una canción de cumbia que sonaba por los terribles años ochenta.
Era un antro raro. Extraño. Había puro jipi de la UDLA, hijos de papi, y muchachos mugrosos que tomaban cerveza. Yo tenía un vaso de etiqueta roja con agua mineral.
Le dije a José Miel (es idéntico al de la caricatura) que mejor fuéramos a escuchar un rock and roll, en vez de estar oyendo al “Negro José”.
—¿Pero dónde?
—Estamos en Cholula, cualquier lugar es bueno. Chingue su madre.
José Miel le daba un beso a su novia. Bueno, en términos reales era como el quinto porque ambos estaban muy melosos, parecían parejitas de secundaria.
Caminamos por las calles de Cholula hasta llegar a un lugar llamado el Red. Yo hice referencia a una película mexicana “Llámenme Maik”.
Gabriela de forma autoritaria comenzó a pedir por todos. A mi, sin quererlo, un etiqueta negra en ol fashon. Y comenzó la feria de los chupes, el alcohol y no sé qué madres más.
—Cuando uno dice “¡Hola!”, quiere decir “¡Hola!”, porque los hombres son tan pendejos que cuando dicen hola, piensan que uno quiere decir hola.
—A ver, a ver. ¿Cómo? Cuando dicen ¡Hola! Y hola. ¿Pos qué no es lo mismo?
—No, no, no. Ya ves. Son muy pendejos. No es lo mismo ¡Hola!, que hola.
—¿Y qué quiere decir ¡Hola!?
—Pues es que es con un tono de timbre que va desde la parte baja del ombligo hasta la boca. ¿Me entiendes? Y cuando uno dice ¡Hola! Es eso. Uno le manda un mensaje al hombre.
—Ah, chingá, chingá. Y entonces, cuando quieres decir “Pos, quiobo”, ¿cómo lo dices?
—Ay, hombres. Ven. Préndeme el cigarro.
—Oye, tu hermano se parece a José Miel.
—Ay no mames, es igualito. Ja,ja,ja. Hey, José Miel, ¿dónde dejaste a la ranita de metal?
Los alcoholes siguieron llegando a la mesa en la que estaba sentado. Ella hablaba de Duvay donde reside actualmente con su novio. Seguía con las disertaciones sobre los “Holas” y los holas. Yo seguía defendiendo la película Llámenme Maik, aunque en ese momento no recordaba el nombre del director.
—Oye, y... ¿ eres casado? —preguntó de forma morbosa.
—Lo que diga mi dedito, —mi dedito decía que no con una seña. Yo puse una mirada a la Mauricio Garcés.
—Eres gay.
—De los pies, a veces.
—No, ya en serio ¿eres gay?
—A los hombres no los rozo ni con el pétalo de una rosa, no me chingues.
—¿Y cuántos años tienes?
Con mi mano hacía la seña de tres y un cuatro. Para dar a entender que treinta y cuatro.
—42, estás reviejo.
—Ora qué: primero soy puto y luego anciano, pues qué de plano me veo tan jodido.
—Algo así. No te fue bien a los 41. Te cogieron y luego te arrugaste, ni modo manito.
Yo ponía cara de tristeza ante tal comentario. La novia de José Miel me daba un golpe y me decía “te está jodiendo”.
—Es que yo sí me acuerdo de ella. Fue hace como seis años, en el zócalo. Estábamos jugando a las ironías.
—Te gustó, verdad
—Em… este…nop.
La novia de José Miel comenzó a reír.
La borrachera siguió y Gabriela intentó colarse a una fiesta reiv en donde apestaba a mota y a pachuli.
Quién sabe cómo le hizo pero la entrada costó 150 pesos por cinco gatos y le regalaron una chela.
—Vámonos por un mariachi, unas chelas, una birria y ya chingamos, —propuse, pues ya me había salido el espíritu de nacionalista revolucionario que todos llevamos dentro.
—Ay mi rey, pero como a las siete, porque orita nos vamos a seguir poniendo pedos.
Eran ya las tres de la mañana y entramos a un terreno lleno de grava. Vendían cerveza al por mayor. Había tres pantallas y la música era electrónica. Un tipo bailaba como si estuviera poseido por el mismísimo demonio. Tenía los ojos rojos. Estaba en un ambiente de vudús, de brujería africana, haitiana, pero en vez de gente de color estos eran niños güeros e hijos de papi.
La música era insoportable.
Tenía ganas de mear pero había unos sanirent que apestaban a madres y había una larga fila para depositar la cerveza destilada. Yo me fui a la parte de atrás del baño portátil. Ahí había muchos borrachos que meaban como si apagaran un incendio. Yo hice lo propio hasta que un borracho comenzó a regarme los pies.
—Ora güey, —le dije encabronado.
—Yo orita pago los diez pesos de la miada, y te invito la tuya.
—¡Me measte los zapatos, cabrón!
—Pero son líquidos divinos, hermano.
—Chinga tu madre!
Y el tipo que traía tachas encima comenzó a tararear una canción como si nada hubiera pasado.
Yo regresé molesto.
—Ay Zeus, pensé que ya te habías ido. Baila, baila, —me ordenó Gabriela
—No me gusta lo electrónico.
—Pero si estás bien joven.
—Pos aquí me siento viejo. Vámonos a donde haya música ranchera y chingue su madre: una birria, unas chelas y unas viejitas apestosas que nos preparen de comer.
—Ay mi rey, pero como que más tarde. Esto apenas empieza.
Yo me movía de manera arrítmica.
Pensaba: “Ya llevamos una hora aquí y esto apenas comienza. Ya me orinaron los pinches zapatos y esto apenas empieza”.
—Orita vengo, —dije.
—¿A dónde vas?, —preguntó Gabriela
-Em… pues al baño…—dije.
-No, a mi no me haces pendeja, tú te quieres ir. Ya me sé el secreto de los cigarros. Baila —ordenó Gabriela
La fiesta siguió y yo ya estaba harto.
No me podía ir.
No me dejaba.
De pronto ella se subió a una mesa y de ahí se colgó en un tubo con los dos brazos. Era mi oportunidad. Escapar del mundanal ruido, del olor a mota a orines, a pachuli que detesto.
Comencé a caminar rápido.
Sólo alcancé a oír a José Miel que preguntó espantado:
“No mames, ¿esa de ahí es mi hermana?”. Y vi de reojo cómo es que unos borrachos se caían en repetidas ocasiones al intentar ayudarla a bajarse del tubo en donde estaba colgada.
Salí corriendo. Llegué a mi carro y ya no tenía un espejo y una llanta.
Me senté en la banqueta ebrio pensando: “Ahorita me estaría comiendo una birria y escuchando a un pinche mariachi. Me lleva la chingada”.
Otra vez, estaba solo.
Solo otra vez, como los días más felices de nuestras vidas.
Y los zapatos apestaban a meados.


sábado, octubre 04, 2008

Era el día D ( Te vi, un vestido y un amor)

El 6 de junio de 1944, los gringos desembarcaron en Normandía. Le llamaron el día "D". Fue el inicio del término de la segunda guerra mundial. 64 años después. En un salón enorme del Centro de Convenciones yo te vi.
En los años cuarenta gobernaba Manuel Ávila Camacho y ahora un pelele llamado Felipe Calderón. En Puebla, Gonzálo Bautista Castillo y ahora un "precioso" llamado Marín.
En los años 40 era una fábrica textil, ahora es un salón enorme en donde se acostumbran los banquetes de dicho lugar en donde te vi.
En los años 40, William O. Jenkins era un malechor, amigo y socio de los Ávila Camacho, asesino de campesinos en la región de Atencingo (donde está el ingenio), ahora es un benefactor de la sociedad poblana, pues su fundación administra la UDLA y los clubes Alpha.
Hace 64 años no sé dónde diablos andaba. Si era solo un ente etéreo o algo más. Hace cuatro meses yo simplemente te vi.
El mismo día "D", ese día yo no buscaba a nadie y te vi.

Un vestido y un amor
Fito Páez.




Te vi
juntabas margaritas del mantel

ya sé que te traté bastante mal
no sé si eras un ángel o un rubí
o simplemente te vi

te vi
saliste entre la gente a saludar
los astros se rieron otra vez
la llave de Mandala se quebró
o simplemente te vi

todo lo que diga está de más
las luces siempre encienden en el alma
y cuando me pierdo en la ciudad
vos ya sabes comprender
es solo un rato no más
tendría que llorar o salir a matar
te vi, te vi, te vi
yo no buscaba a nadie y te vi

te vi
fumabas unos chinos en Madrid
hay cosas que te ayudan a vivir
no hacías otra cosa que escribir
y yo simplemente te vi

me fui
me voy de vez en cuando a algún lugar
ya sé, no te hace gracia este país
tenías un vestido y un amor
y yo simplemente te vi

Algo de Silvio Rodríguez

Estoy buscando una palabra
en el umbral de tu misterio.
¿Quién fuera Alí Ba-ba?
¿Quién fuera el mítico Simbad?
¿Quién fuera un poderoso sortilegio?
¿Quién fuera encantador?

Estoy buscando una escafandra,
al pie del mar de los delirios.
¿Quién fuera Jacques Custeau?
¿Quién fuera Nemo el capitán?
¿Quién fuera el batiscafo de tu abismo?
¿Quién fuera explorador?

Corazón obscuro,
corazón con muros
corazón que se esconde,
corazón que está donde,
corazón en fuga,
herido de dudas de amor.

Estoy buscando melodía
para tener como llamarte
¿Quién fuera ruiseñor?
¿Quién fuera Lennon y McCartney,
Sindo Garay, Violeta, Chico Buarque?
¿Quién fuera tu trovador?

Corazón obscuro,
corazón con muros
corazón que se esconde,
corazón que está donde,
corazón en fuga,
herido de dudas de amor.