lunes, agosto 18, 2008

HUELE A PÓLVORA

Crónicas Marxianas
Freak Show

Los ladrones viejos 1


El ambiente aún olía a pólvora. Se sentía caliente. Era una cosa densa como una masa que de pronto se puso encima pero no se veía, sólo se percibía.
Había patrullas.
La zona estaba acordonada. Los movimientos de los policías uniformados y tácticos generaban confusión. Es como cuando uno llega a un lugar que no conoce, en donde no sabe lo que pasa y debe uno tomar datos porque le inercia es tan cabrona que uno no debe ni puede quedarse inmóvil, pero se queda uno inmóvil porque no se entiende ni madres. Sólo uno finge que entiende. Finge que apunta, que garabatea una libreta, “total ya saldrá mañana en los periódicos y de ahí se tomarían los datos”, pensó algún reportero de policía que todavía andaba desnorteado.
En el suelo se veían los casquillos. Dijeron que son 40 impactos de bala que recibió un Jetta.
Es en serio, decían, el lugar aún olía a pólvora. Y se sentía caliente.
“¡40 impactos!”, retiembla en una cabeza.
“Tan delicado nomás de eso se murió”, respondería Chava Flores desde el más allá al escuchar este escándalo.
Eran de AK 47, mejor llamados cuernos de chivo.
—De seguro en la PGJ van a decir que fueron 40 balas perdidas —le dijo uno que estaba ahí a su compañero.
—Sí, van a decir que de una pistolita salieron unos balacitos, así, chiquitos, chiquitos.
Las llamadas telefónicas sonaron de volada y fueron parte del propio operativo o del mismo escenario caliente con olor a pólvora.
—¿Cómo viste el atentado contra Pérez Dorantes?
—Ah, chingá, cuál atentado de qué o qué.
—Le dispararon al subprocurador hace rato ahí por la laguna de San Baltasar.
—Huevos.
—...
—¿Y de parte de quién?
—Es que ya llegaron. Es un aviso. Este cuate de Pérez Dorantes sabía que algo así podría suceder.
—¿Y quienes llegaron?
—..., no pus no, por teléfono no.
—¿No será un ajuste de cuentas de alguna banda local?
—Eso es lo que van a decir mañana (sábado) que eran unos narcomenudistas, pero no cualquiera anda con sus cuernos de chivo así como así. Hay más, mucho más.
Mientras hablaban estos dos sujetos, algunos reporteros mandaban sus primeros reportes a sus redacciones. Como era de noche, algunos trataban de alumbrar sus apuntes con las luces de las torretas de los autos de la policía:
—A ver Lupita, te va el avance.
—...
—50 impactos de bala... ¿fueron 50?, perdón Lupita, perdón... 40 impactos de bala recibió un auto de la... ¿de quién chingá era el auto?... ah sí, Lupita, un auto de la Procuraduría General de Justicia... ¿qué?, ¿cómo?, ¿qué te estaba diciendo?, es que me están distrayendo unos compas acá. Ya güey, da chance, perdón Lupita.
—...
—¿Sabes qué, Lupita?, mejor deja redacto y te marco en 10. ¿Va?... Oye y de lo otro, de lo de mañana ¿podrás?
—...
—Bueno, bueno, te marco en 10, besos.
En el área del crimen los peritos con sus batas caminaban, hablaban, mostraban sus guantes.
La zona seguía acordonada.
Todo era pura especulación.
Todo eran llamadas a celulares a nexteles, a los cuates, a los políticos, a las redacciones y a Lupita la secretaria que aún esperaba la llamada para confirmar si se hacía o no lo del sábado.
Lo real eran los impactos de bala en el suelo, los cristales rotos del Jetta, los casquillos de las AK 47 regados por todos lados.
Real eran los reporteros con sus libretas y las grabadoras, los policías, las torretas, los vecinos mirones que eran removidos por los uniformados, la confusión y ese maldito olor a pólvora, acompañado de esa masa etérea que se pone sobre las cabezas y genera bochorno, cansancio y hueva.

Los ladrones viejos II
Desde el viernes 15 de agosto, Puebla, aunque no lo reconozcan las autoridades estatales huele a pólvora y va acompañado de ese ambiente denso que pesa sobre las cabezas, sin olvidar la confusión y el movimiento que genera todo ello, la actitud del reportero desnorteado que debe moverse pero no sabe cómo, no sabe a dónde y espera el periódico del otro día para piratearse los datos, no obstante, garabatea su libreta y hace como que trabaja.
La respuesta de la Procuraduría General de Justicia del sábado fue la lógica: un ajuste de cuentas en contra de unos Agentes del Ministerio Público por parte de algunos delincuentes o narcomenudistas.
¿Será cierto? No se sabe, pero es un hecho: el ambiente huele a pólvora y está caliente. Tampoco se vale entrar al juego del señalamiento contra algún grupo armado como los “zetas” (no los de Zavala, por supuesto), no obstante, esa especulación sí pesa en el ambiente y el atentado fue directo.
Desde hace pocos años, Puebla entró a la modernidad y con ello a los enfrentamientos entre grupos armados, secuestros, levantones. Y eso no es especulación, es la puritita verdad.
Lo real es que desde el viernes por la noche esto ya apesta a pólvora y es un hecho irrefutable, aunque el tremendo procurador de la tremenda Puebla diga que eran unos delincuentes así, así (piense en una mano moviéndose como en un más o menos).
Puebla huele a pólvora y está caliente.
Y no hay vuelta atrás, la masa densa pesará sobre las cabezas.

Los ladrones viejos III
La escena del crimen se quedó ahí, guardada en fotografías que empiezan a circular en diarios e internet. Los uniformados peinando la zona, los reporteros garabateando, las torretas prendidas, las cintas amarillas de no pase, el jetta con los cristales prácticamente destruidos y ese olor a pólvora.
—Ora sí, Lupita, te va mi avance... Ah, oye, antes ¿’tons qué, sí o sí?
—...
—Eso chingá... Bueno, a ver ora sí: 50 impactos de bala
—...
—¿Dije 50? ¿Y cuántos son? ¿40? Sabes qué, mejor te marco en 10 para que cheque, es que los compañeros nomás me están carneando. Bueno, pero ya quedamos mañanita, ¿eh? Besitos.
—...
—Ah, pinche Lupita... Oye güey, que son cuarenta no cincuenta.
Huele a pólvora.

Los ladrones viejos IV
He titulado a esta entrega los ladrones viejos por dos razones: la primera por la relación de historias negras y la segunda por una recomendación de un película o mejor dicho documental de Everardo González que hago desde este espacio.
Para que se den una idea: es la entrevista con varios ladrones que operaron en México en los años 60 hasta los 80, pero entre ellos aparece especialmente uno al que llaman “El Carrizos”, él fue quien robó la mansión de Luis Echeverría cuando era presidente, además abrió las cajas fuertes de López Portillo y de Uruchurtu cuando fue regente de la ciudad de México. La historia del “Cuatro vientos” que le robó la cartera a López Mateos cuando estaba en la Presidencia de la República.
Por supuesto, el mismo Carrizos lo dice: “ladrón que roba a ladrón” en referencia a los hurtos a los expresidentes, pero un dato extra: a él lo mandó a llamar Javier García Paniagua en persona para que robara la caja fuerte de Rosario Ibarra de Piedra en donde estaba un expediente en el que presuntamente inculpaba a Miguel Nazar Haro de la desaparición del hijo de la luchadora social.
Además la historia del famosísimo pozo, cómo los torturaban, las fugas de los penales, Lecumberri o cómo a un teniente al que llamaban “El drácula” y se apellidaba Téllez Girón se vio envuelto en un conflicto con Durazo Moreno porque el primero detuvo al hijo del “Negro” con un cargamento de cocaína en los años del lopezportillismo.
Así que búsquenla porque en ningún cine de Puebla la han exhibido. “Los ladrones viejos: las leyendas del artegio”, producida en el 2007 y dirigida por Everardo González. No se la pierdan, sé lo que les digo y por qué se los digo.
Abur.

1 comentario:

Angelo dijo...

ok, gracias por el dato de la peli, lo toamre en cuenta y bien por la redacción, un gusto pasar por tu blog.