viernes, agosto 29, 2008

Algo sobre los ojos

Sin duda, tus ojos son los que pusieron la pauta. Los míos sólo hicieron lo propio y lo políticamente correcto: mirarlos.
Poner atención a tus ojos fue mi peor error aunque te confieso fue mi mejor acierto y es que no sabes lo de buenas que me ponen esos dos.
Caminaba tranquilo cargando una mochila en la mano. Llevaba una laptop. Era terrible andar cargando el artefacto ese porque no lo usé para nada.
Lo primero fueron tus ojos. Lo segundo un hola. Lo tercero una aprobación.
Hubo una pausa.
Lo cuarto fue una sonrisa. Lo quinto fue una plática. Lo sexto fueron tacos. Lo último fue un adiós.
Hubo una pausa.
Lo séptimo fue el teléfono. Lo octavo fueron tus ojos y unos mariscos. Lo noveno fue plática. Lo décimo más plática. Lo onceavo fue nada.
Ya no hubo pausa.
Lo último fue una foto de mis ojos que captaron toda la escena y con esa me quedo. Aunque todo sólo sirva para escribir líneas y líneas.

Al principio fueron unos ojos.
Tus ojos. Dos. Sí, dos nomás, pero lo suficientemente verdes como para nunca olvidarlos.

De entonces para acá sólo existen dos ojos, lo mismo que siempre existió desde un principio.
Dos ojos sin pausa.
Dos nomás.

Yo seguiré siendo el freak de siempre y tus ojos seguirán ahí en un recuerdo como desde el principio.

Tus ojos se quedarán en mis ojos y los míos siempre se quedarán conmigo.

Ojos de gata

miércoles, agosto 27, 2008

Algo sobre mis ojos

A diferencia de los tuyos, los míos carecen de ese brillo. Sabes a qué brillo me refiero.

Mi tío Carlos, un viejo a toda madre que vivió 98 años y que en términos reales era como mi abuelo me regañaba porque me rascaba los ojos desde niño: "Los ojos con los codos", me decía cada que me los tallaba con las manos. Cuando tienes seis años no entiendes qué significa eso e intentaba llevarme los codos a los ojos y es un ejercicio imposible de realizar, aún si fuera contorsionista.

Hace poco más de 34 años, unos días más, pues, abrí por primera ves mis ojos. Vi una luz clara, fuerte, deslumbrante. Lloraba (los ojos por lo tanto se me hacían pequeños). No recuerdo bien el incidente pero supongo que así fue. Más tarde vi a mi madre, a mi padre, a mi hermano mayor y nunca me imaginé que mis ojos servirían para encontrarte 33 años después en un salón enorme. Nunca me imaginé que mi par de bolas que tengo encima de mi nariz (también de bola) servirían para contemplarte un buen rato. Servirían para congelarte en un cuadro que se iría inmediatamente a mi mente.

Mucho menos pensé que con esas bolas te buscaría por todos lados. Que de mis ojos saliera una onda electrónica que recorriera mi cuerpo (también de bola) y esta onda, a su vez, me generara un algo en las piernas, un aire caliente en el pecho y un exhalar profundo.

No.

Tampoco que mis ojos sirvieran para confrontar a los tuyos y que yo ebrio (lo recuerdo aún) brindara contigo mientras miraba los tuyos. Y que me dijeras: "Me viste mientras brindabas" y yo me tragara esa bebida rara que preparaste con sabor a tutsi pop.

Qué chingaos me iba a imaginar que por mirar tus ojos en un restaurante de mariscos me fuera yo a atragantar, perder el estilo, sentir las ganas de tomar aire, porque en ese momento se me acabó y verme en la necesidad de prender un cigarro después de casi un año que no había fumado.

Es más debo confesarte hace 34 años no tenía idea de mi, ni de lo que iba a hacer ni dónde iba a terminar. Poco antes de esa edad, probablemente flotaba cuidando el cuerpon que mis padres hicieron en un momento de calentura. Mi madre siempre me reclama que yo nací porque en ese mes que fui concebido dejó de tomar la píldora. No estaba preparado ni programado. Incluso, dice mi madre que estuve a punto de nacer en un taxi porque ya me urgía salir de ese recinto que me albergó por nueve meses.

Qué iba yo a saber que mis ojos serían como los de mi tío Carlos. Qué sabría yo que un día así nada más vería los tuyos y me quedara pasmado, como siempre que los veo.
Yo que iba a saber que tus ojos estarían en los míos. Qué me iba a imaginar que estarías en mis ojos. Y que siempre que los abro en las mañanas con ellos te veo.

Sé que sueno a lugar común, pero qué quieres. Son mis ojos los que suspiran, son los que te fuman, son los que hacen y provocan todo. De ahí que mis ojos los empiezo a valorar. Uno de ellos tiene astigmatismo: el derecho. El otro: miopía. Mis ojos no sirven para ver de lejos, sólo de cerca. Mis ojos se robaron a los tuyos y sin pedir permiso.

Son ellos los que se mueven, son ellos los que piensan, son los que de manera autoritaria determinaron sacarte una fotografía mejor que la que sirve de publicidad en una revistilla ahí de mal gusto. Son mis ojos los que aún tallo cuando tengo sueño.

Son ellos.

Los mismos que se habrán de comer los gusanos. Los mismos que servirán para verte una y otra y otra vez. Son los que ríen, los que sacan a flote todas esas emociones.

Yo qué pinche culpa.

martes, agosto 26, 2008

lunes, agosto 25, 2008

Father and son

De Cat Stevens.



Esta canción debe leerse en dos partes: el diálogo del papá al hijo y la respuesta del hijo al papá. El padre le dice a su hijo que no se vaya, que espere, que encuentre una buena mujer y que espere, pero el hijo le responde que es el momento de irse porque sabe que debe ser así.
Dura, sin duda, pero poca madre. Así que la letra para quienes no la conocen y para los que ya, pues vean el video gracias a la magia del youtube que es mejor que cualquier canal de televisión.



Papá:
No es tiempo para hacer un cambio,
Simplemente relájate, tómalo con calma.
Todavía eres muy joven, eso juega en tu contra,
Hay tanto que tienes que saber.
Encuentra una muchacha, establécete,
Si quieres puedes casarte.
Mírame, yo soy viejo, pero estoy contento.
Yo fui como tu, y sé que no es fácil,
Con tranquilidad puedes encontrar lo que buscas.
Pero toma tu tiempo, piensa mucho,
piensa en todo lo que tienes.
Por ti estas cosas estarán aquí mañana,
pero puede que tus sueños ya no.

Hijo:
Cómo puedo explicarle, cuando yo hago algo él lo rechaza de nuevo.
Siempre es lo mismo, la misma vieja historia.
Desde el momento en que pude hablar se me ordenó que escuchara
Ahora es mi turno y sé que tengo que marcharme.
Yo sé que me tengo que ir.

Papá:
No es tiempo para hacer un cambio,
Simplemente siéntate, tómalo con calma.
Todavía eres muy joven, y eso juega en tu contra,
Hay muchas cosas que debes vivir.
Encuentra a una muchacha, establécete,
si quieres puedes casarte.
Míreme, yo soy viejo, pero estoy contento.

Hijo:
Lejos Lejos Lejos, yo sé que tengo que
Tomar esta decisión solo-
Todas las veces que lloré y guardé todas las cosas que llevo dentro,
Es duro, pero es más difícil ignorarlo.
Si ellos tuvieran razón, yo estaría de acuerdo,
pero es a ellos a quien conoce y no a mí.
Hay una manera ahora y sé que tengo que marcharme.
Yo sé que me tengo que ir.

Papá:
Quédate, Quédate, Quédate, Por qué debes irte y
tomar esta decisión solo?

domingo, agosto 24, 2008

A la orilla de la chimenea

"Puedo ponerme humilde y decir
que no soy el mejor
que me falta valor para atarte a mi cama,
puedo ponerme digno y decir
“toma mi direccion cuando te hartes de amores
baratos de un rato… me llamas”.
Joaquín Sabina, A la orilla de la chimenea

sábado, agosto 23, 2008

Algo sobre tus ojos

Cuando uno lee un libro se da uno cuenta que no ha leído nada. Cuando aprendes algo, te ves a ti mismo como un ignorante. Sabes que tienes que ir por más. Sabes que debes devorar todo lo que esté a tu alcance, porque sabes que no sabes nada.

Lo mismo ocurre cuando veo tus ojos.

Lo mismo me sucede siempre que me topo con tu mirada: es el momento cuando me doy cuenta que estoy solo.

Lo primero que vi fueron tus ojos. Eso ya hace algún tiempo. Sonreías, no sé por qué sonreías, pero sonreías. Te sonrojaste, no sé por qué te sonrojaste pero te sonrojaste. Nos quedamos platicando un rato más del tiempo que marcaba el protocolo en ese momento, ¿recuerdas?

Sentados, juntos. Todos se habían levantado para ir a los cursos que estábamos tomando. Tú llevabas una mochila con tu laptop en la mano. Me levantaba del asiento, sin dejar de mirar tus ojos y el reflejo de ellos.

Me detuviste con la mano y me dijiste: “Espera. Faltan 10 minutos para que empiece. Sígueme contando”.

Yo, debo reconocerlo, me sorprendí y pues tu invitación era bien tomada por mis ojos porque era más que sugerente.

Seguimos platicando.

De pronto, nos quedamos verdaderamente solos en ese salón frío del Centro de Convenciones. Nos dimos cuenta de ello. Salimos caminando, lento. Debo reconocer que no dejaba de ver tus ojos, porque éstos miraban a los míos. No es que fuera un reto es que era un poco hipnótico.

¿Me explico?

Yo quería que los pasos —nuestros pasos— fueran lentos. Yo hablaba de historias, como los cuentistas cuando hablan de piratas o de dioses mitológicos o de epopeyas increíbles. Tú reías, te sonrojabas o de alguna forma tus ojos aprobaban mis discursos porque de pronto brillaban.

El encanto no duró mucho. Cada quien agarró su camino a alguna butaca azul para escuchar una ponencia.

Te vi más tarde, sólo para despedirme de ti como si fueras alguien totalmente desconocida. Unas horas antes parecía que tú y yo éramos viejos conocidos que por cuestiones del destino nos separamos un buen de años y nos tuvimos que encontrar para volver a platicarnos de todo lo que sufrimos, amamos, bailamos, bebimos en tanta ausencia.

Al siguiente día, buscaba tu mirada en cada cara que se me presentaba. No habías llegado. Entré a ese enorme auditorio preguntándome dónde diablos te habrías sentado.
Me mandaron a la parte de arriba porque el salón estaba lleno. De pronto alguien me dio un zape en la cabeza:
—Ora, güey —dije
—Jejeje —era uno de tantos que me conocía y que me hacía sonrojar al preguntarme—¿a quien buscas?
—A nadie, güey —y yo pensaba si es que era tan evidente mi búsqueda.
De pronto apareciste. Te vi. Te sentaste arriba del lado opuesto a donde yo estaba. Suspiré. Te observaba tranquilamente mientras fingías tomar nota. Llevabas un vestido claro, una blusa negra, zapatos idem de charol.
De pronto, otro zape:
—Ponga atención, chamaco cabrón —decía aquel sujeto que me veía despistado, mientras yo me sobaba la cabeza.

Tus ojos no habían cambiado.

Aunque nuestro saludo por la mañana fue frío, al mediodía, ya concluido el curso. Te miraba desde lejos y no sabía que hacer para acercarme. Algo se me ocurrió de pronto. Lo hice. Platicamos ese día hasta las diez de la noche mientras comíamos unos tacos árabes en Beirut (frente al hospital de la Upaep).

Por cierto, ese día de los tacos, era el día D, el día del desembarco de los gringos a Normandía, nada más que 64 años atrás.

Mientras mordía un taco árabe, miraba tus ojos.
—Cuando me llama mi mamá aparece pilas en mi celular, no sé por qué pero aparece pilas —dijiste al momento en que tomabas la llamada.
—Pos ponle otro nombre —dije yo mientras hacía el tradicional “ussss” de que me había enchilado con la salsa.
Tu mirada seguía ahí como hasta ahora.

Yo veía tus ojos y el reflejo de ellos, me comunicaba con ellos como si fuesen otros entes distintos al resto de tu cuerpo. Con ellos me entendía, con tu mirada platicaba de forma telepática.

Y cada que los veo sólo siento ese toque hipnótico, esa aguja con un narcótico que entra a mis venas y provoca que se dilaten mis pupilas.

Y es que es como cuando leo un libro, me doy cuenta que no sé nada. Es lo mismo que sucede cuando veo tus ojos: me doy cuenta que estoy solo.

viernes, agosto 22, 2008

En cualquier parte

Te busco en las calles, en los cafés,en la entrada de los cines, en los parques
en los panteones en las calles repletas de gente en los mercados en las llanteras
en los camellones en los bodegones en los restaurantes en las taquerías en las torterías en los centros comerciales en los aviones en las nóminas secretas y discrecionales en la nota roja en las revistas de sociales

En cualquier parte.

lunes, agosto 18, 2008

HUELE A PÓLVORA

Crónicas Marxianas
Freak Show

Los ladrones viejos 1


El ambiente aún olía a pólvora. Se sentía caliente. Era una cosa densa como una masa que de pronto se puso encima pero no se veía, sólo se percibía.
Había patrullas.
La zona estaba acordonada. Los movimientos de los policías uniformados y tácticos generaban confusión. Es como cuando uno llega a un lugar que no conoce, en donde no sabe lo que pasa y debe uno tomar datos porque le inercia es tan cabrona que uno no debe ni puede quedarse inmóvil, pero se queda uno inmóvil porque no se entiende ni madres. Sólo uno finge que entiende. Finge que apunta, que garabatea una libreta, “total ya saldrá mañana en los periódicos y de ahí se tomarían los datos”, pensó algún reportero de policía que todavía andaba desnorteado.
En el suelo se veían los casquillos. Dijeron que son 40 impactos de bala que recibió un Jetta.
Es en serio, decían, el lugar aún olía a pólvora. Y se sentía caliente.
“¡40 impactos!”, retiembla en una cabeza.
“Tan delicado nomás de eso se murió”, respondería Chava Flores desde el más allá al escuchar este escándalo.
Eran de AK 47, mejor llamados cuernos de chivo.
—De seguro en la PGJ van a decir que fueron 40 balas perdidas —le dijo uno que estaba ahí a su compañero.
—Sí, van a decir que de una pistolita salieron unos balacitos, así, chiquitos, chiquitos.
Las llamadas telefónicas sonaron de volada y fueron parte del propio operativo o del mismo escenario caliente con olor a pólvora.
—¿Cómo viste el atentado contra Pérez Dorantes?
—Ah, chingá, cuál atentado de qué o qué.
—Le dispararon al subprocurador hace rato ahí por la laguna de San Baltasar.
—Huevos.
—...
—¿Y de parte de quién?
—Es que ya llegaron. Es un aviso. Este cuate de Pérez Dorantes sabía que algo así podría suceder.
—¿Y quienes llegaron?
—..., no pus no, por teléfono no.
—¿No será un ajuste de cuentas de alguna banda local?
—Eso es lo que van a decir mañana (sábado) que eran unos narcomenudistas, pero no cualquiera anda con sus cuernos de chivo así como así. Hay más, mucho más.
Mientras hablaban estos dos sujetos, algunos reporteros mandaban sus primeros reportes a sus redacciones. Como era de noche, algunos trataban de alumbrar sus apuntes con las luces de las torretas de los autos de la policía:
—A ver Lupita, te va el avance.
—...
—50 impactos de bala... ¿fueron 50?, perdón Lupita, perdón... 40 impactos de bala recibió un auto de la... ¿de quién chingá era el auto?... ah sí, Lupita, un auto de la Procuraduría General de Justicia... ¿qué?, ¿cómo?, ¿qué te estaba diciendo?, es que me están distrayendo unos compas acá. Ya güey, da chance, perdón Lupita.
—...
—¿Sabes qué, Lupita?, mejor deja redacto y te marco en 10. ¿Va?... Oye y de lo otro, de lo de mañana ¿podrás?
—...
—Bueno, bueno, te marco en 10, besos.
En el área del crimen los peritos con sus batas caminaban, hablaban, mostraban sus guantes.
La zona seguía acordonada.
Todo era pura especulación.
Todo eran llamadas a celulares a nexteles, a los cuates, a los políticos, a las redacciones y a Lupita la secretaria que aún esperaba la llamada para confirmar si se hacía o no lo del sábado.
Lo real eran los impactos de bala en el suelo, los cristales rotos del Jetta, los casquillos de las AK 47 regados por todos lados.
Real eran los reporteros con sus libretas y las grabadoras, los policías, las torretas, los vecinos mirones que eran removidos por los uniformados, la confusión y ese maldito olor a pólvora, acompañado de esa masa etérea que se pone sobre las cabezas y genera bochorno, cansancio y hueva.

Los ladrones viejos II
Desde el viernes 15 de agosto, Puebla, aunque no lo reconozcan las autoridades estatales huele a pólvora y va acompañado de ese ambiente denso que pesa sobre las cabezas, sin olvidar la confusión y el movimiento que genera todo ello, la actitud del reportero desnorteado que debe moverse pero no sabe cómo, no sabe a dónde y espera el periódico del otro día para piratearse los datos, no obstante, garabatea su libreta y hace como que trabaja.
La respuesta de la Procuraduría General de Justicia del sábado fue la lógica: un ajuste de cuentas en contra de unos Agentes del Ministerio Público por parte de algunos delincuentes o narcomenudistas.
¿Será cierto? No se sabe, pero es un hecho: el ambiente huele a pólvora y está caliente. Tampoco se vale entrar al juego del señalamiento contra algún grupo armado como los “zetas” (no los de Zavala, por supuesto), no obstante, esa especulación sí pesa en el ambiente y el atentado fue directo.
Desde hace pocos años, Puebla entró a la modernidad y con ello a los enfrentamientos entre grupos armados, secuestros, levantones. Y eso no es especulación, es la puritita verdad.
Lo real es que desde el viernes por la noche esto ya apesta a pólvora y es un hecho irrefutable, aunque el tremendo procurador de la tremenda Puebla diga que eran unos delincuentes así, así (piense en una mano moviéndose como en un más o menos).
Puebla huele a pólvora y está caliente.
Y no hay vuelta atrás, la masa densa pesará sobre las cabezas.

Los ladrones viejos III
La escena del crimen se quedó ahí, guardada en fotografías que empiezan a circular en diarios e internet. Los uniformados peinando la zona, los reporteros garabateando, las torretas prendidas, las cintas amarillas de no pase, el jetta con los cristales prácticamente destruidos y ese olor a pólvora.
—Ora sí, Lupita, te va mi avance... Ah, oye, antes ¿’tons qué, sí o sí?
—...
—Eso chingá... Bueno, a ver ora sí: 50 impactos de bala
—...
—¿Dije 50? ¿Y cuántos son? ¿40? Sabes qué, mejor te marco en 10 para que cheque, es que los compañeros nomás me están carneando. Bueno, pero ya quedamos mañanita, ¿eh? Besitos.
—...
—Ah, pinche Lupita... Oye güey, que son cuarenta no cincuenta.
Huele a pólvora.

Los ladrones viejos IV
He titulado a esta entrega los ladrones viejos por dos razones: la primera por la relación de historias negras y la segunda por una recomendación de un película o mejor dicho documental de Everardo González que hago desde este espacio.
Para que se den una idea: es la entrevista con varios ladrones que operaron en México en los años 60 hasta los 80, pero entre ellos aparece especialmente uno al que llaman “El Carrizos”, él fue quien robó la mansión de Luis Echeverría cuando era presidente, además abrió las cajas fuertes de López Portillo y de Uruchurtu cuando fue regente de la ciudad de México. La historia del “Cuatro vientos” que le robó la cartera a López Mateos cuando estaba en la Presidencia de la República.
Por supuesto, el mismo Carrizos lo dice: “ladrón que roba a ladrón” en referencia a los hurtos a los expresidentes, pero un dato extra: a él lo mandó a llamar Javier García Paniagua en persona para que robara la caja fuerte de Rosario Ibarra de Piedra en donde estaba un expediente en el que presuntamente inculpaba a Miguel Nazar Haro de la desaparición del hijo de la luchadora social.
Además la historia del famosísimo pozo, cómo los torturaban, las fugas de los penales, Lecumberri o cómo a un teniente al que llamaban “El drácula” y se apellidaba Téllez Girón se vio envuelto en un conflicto con Durazo Moreno porque el primero detuvo al hijo del “Negro” con un cargamento de cocaína en los años del lopezportillismo.
Así que búsquenla porque en ningún cine de Puebla la han exhibido. “Los ladrones viejos: las leyendas del artegio”, producida en el 2007 y dirigida por Everardo González. No se la pierdan, sé lo que les digo y por qué se los digo.
Abur.

sábado, agosto 16, 2008

Everybody's talking (Feliz cumpleaños)

Camino por las calles y sólo escucho el sonido de mis zapatos. Volteo y veo mucha gente pero sólo suenan mis tacones.
Entro a un café y veo gente hablando. Un par de mujeres con cigarros en su mesa dialogan como si el tema fuera apasionante:
"Entonces le dije, güey (wey). Y el tipo se me fue encima. Estaba desnudo y yo..."
"..."

En otra mesa un par de viejos no hablan. En otra, una señora está con sus ex compañeras de la escuela. Ella lleva a sus hijos que corren por los pasillos del café. Los niños corren se suben a otras sillas, saludan a los otros clientes. La mamá cuando se da cuenta grita: "¡Lorenzo. Ya. Basta!". Y Lorenzo la ve con cierto dejo de indiferencia. No le importa lo que diga su mamá, él seguirá corriendo en los pasillos porque necesita llamar la atención. Ella ve de reojo una camioneta blanca que le dio su marido. Otra de sus acompañantes piensa que tendrá que coger con el instructor del Sport City hoy por la tarde, porque su marido, quien es un empresario conocido ya no le hace el amor ni en defensa propia. Otra amiga no puede hablar de ello pero sabe que tiene cáncer cervicouterino. Su marido siempre llega con rastros de otras mujeres: perfumes baratos, lápiz labial en el cuello y un olor a alcohol.

En las noches, los antros. Mujeres hermosísimas con unos traseros idem salen a relucir de quien sabe dónde. Una mesa con muchísimos hombres y una mujer. Ella es la novia de uno de ellos. Al parecer son libaneses por los apellidos. Ella es producto nacional. Parece sola, parece scort aunque no lo es. Él, la trata así. Los demás, sus acompañantes, le ven las nalgas sin que se dé cuenta el novio de la chica. Ella, sabe que le ven las nalgas pero no dice nada. Ella, se ve triste, pero se comporta con el "aquí nos tocó vivir". El novio la besa y ella devuelve el favor con el juqueteo de la lengua. Los demás borrachos se ven unos a otros, beben, brindan, presumen de que han cogido más mujeres que kilómetros en Ferrari.

Todos hablan.

En otra mesa del mismo antro hay varias amigas que beben como en concurso. "Ya güey (wey)". Ellas cantan canciones de José José porque en un pequeño escenario montado como karaoke está un tipo cantando "El triste".

Todos cantan.

Yo levanto un vaso con güisqui y veo los enormes traseros de estas mujeres. Veo a unos amigos que creo que están sentados al rededor mío. Ellos hablan, ríen, discuten. En el pequeño escenario ahora sube un grupo de amigas que cantan como si fueran artistas.

Es puro blof, pienso. Pero me detengo, no será que el blof sea el mío y ellos actúen normal.

Pasan los días. La vida es como una vieja discoteca de los años ochenta: es la misma fiesta pero con diferentes borrachos.

Todos hablan.

Veo en Angelópolis mujeres con sus esposos. Y se ve a la familia feliz y tradicional comiendo en un fast food. Ella, la señora, se acostó con otro hombre y ella piensa en ello. Se justifica pensando que "es que mi marido no me satisface". Ella le da un beso a su marido y le dice: "Somos muy felices. Somos una familia muy feliz, gordito, te quiero mucho". Él la besa pensando que en verdad, después de casi ocho años de casados, sigue enamorada. Sonríe con su esposa pero piensa "Te quiero, pero ya no te aguanto. Me aburres".

Todos hablan.

En otro lado de la ciudad, una familia ve la televisión. Ven TV Azteca o Televisa. Y están ahí atentos a lo que digan sobre la farándula.

Todos escuchan.

Las calles.

Nadie sonríe.

Cada quien a su paso.

Cada quien a su velocidad.

Desayuno huevos en un restaurante.

Todos están ahí.

Feliz cumpleaños número 34.

jueves, agosto 14, 2008

en cualquier parte

Camina en las calles, en los cafés, en los parques, en los panteones, en las oficinas públicas, en los baños, en los balnearios, en los basureros, en los cajones de los estacionamientos, en el Paseo Bravo, en los cerros, en el relleno sanitario, en la esquina de su casa, en la carnícería, en cualquier parte, en cualquier parte, en cualquier parte


de pronto trata de mirar al pasado, voltea, vuelve hacia atrás pero no hay nadie, sólo fantasmas.

Sigue caminando se detiene ve a los boleros del zócalo, ve el palacio municipal, ve el puesto de periódicos de doña mago, ve el vittorios.

Te busco en las calles, en las arboledas, en las plataformas, en los discursos del PRI, en la doble moral del PAN, en el aroma a perredista protestando, en los mercados ambulantes, en las ofertas de la papaya maradol, en los tacos de canasta, en los Chedraui, en Superama, en Soriana, en el toks, en los pollos toledo, en las escuelas públicas, en los baños de las primarias, en los dibujos obscenos, en las paredes, en las pintas en los grafitis, en la perrera municipal, en los jardines de fiestas, en las bodas, en los quince años, en los bautizos, en las gasolineras.

en cualquier parte, en cualquier parte, en cualquier parte, en cualquier parte.

Sigue caminando

sábado, agosto 09, 2008

En cualquier parte

Te busco en las calles,
en los cafés,
en la entrada de los cines,
en los parques
en los panteones
en las calles repletas de gente
en los mercados
en las llanteras
en los camellones
en los bodegones
en los restaurantes
en las taquerías
en las torterías
en los centros comerciales
en los aviones
en las nóminas secretas y discrecionales
en la nota roja
en las revistas de sociales
en las sombras
en la luz
en los boletines de prensa
en los remates de wall mart
en los desfalcos
en los fraudes
en los festejos del diez de mayo
en los estacionamientos
en los Vips
en los Sanborns
en los antros de la Juárez
en los antros de Cholula
en la fuente de los Frailes
en el cielo de colores
en las nubes
en el viento
en los árboles
en los juegos mecánicos
en la Feria
en los museos
en el zócalo
en La Juárez
en la hora en que se muere todo
en las películas cursis
en las películas de terror
en las malas películas
te busco en mi auto
te busco en el tuyo
en un Oxxo
en una cantina
en cualquier parte
en los poemas de Oliverio Girondo
en los de Efraín Huerta
en los libros de Bolaño
en las películas del Santo
en las de Tin Tan
en los baños de la Capu
en los camiones estrella roja
en los ADO
en cualquier parte
en cualquier parte
en cualquier parte
en cualquier parte
en cualquier parte

viernes, agosto 08, 2008

Simpatía por el Chamuco, por los Rolling Stones




Por favor, permíteme presentarme
soy un hombre de riqueza y buen gusto
Estuve por aquí durante un largo, largo año,
Robé el alma y la fe de muchos hombres

Y yo estaba cerca
cuando Jesucristo tuvo su momento
de duda y aflicción, me cercioré de que
Pilatos lavase sus manos y sellase su destino.

Encantado de conocerte,
espero que adivines mi nombre.
pero qué es lo que te confunde
es la naturaleza de mi juego.

Yo estaba alrededor de San Petersburgo,
cuando vi que era el momento de un cambio.
Maté al Zar y a sus ministros,
Anastasia gritó en vano.

Conduje un tanque, ocupé un puesto de general
cuando la Blitzkrieg rugía
y los cuerpos hedían.

Encantado de conocerte,
espero que adivines mi nombre.
Pero qué es lo que te confunde
Es la naturaleza de mi juego, oh sí.

Observé con alegría
cuando tus reyes y reinas
lucharon durante diez décadas
por dioses que ellos mismos crearon.

Yo grité: «¿Quién mató a los Kennedy?»
Cuando, en definitiva, fuimos tú y yo.

Permíteme que me presente:
soy un hombre de riqueza y buen gusto,
yo organicé trampas para trovadores
que murieron antes de que llegasen a Bombay

Encantado de conocerte,
espero que adivines mi nombre.
Pero qué es lo que te confunde
Es la naturaleza de mi juego, oh sí,
relájate, baby

Encantado de conocerte,
espero que adivines mi nombre, oh sí.
Pero qué es lo que te confunde
Es la naturaleza de mi juego.

Igual que cada policía
es un criminal,
y todos los pecadores son santos,
como las caras son cruces.
Sólo llámame Lucifer,
pues necesito un poco de moderación.

Así que si me encuentras, ten algo de cortesía,
ten algo de simpatía y un poco de buen gusto.

Usa toda tu bien aprendida «politesse»
o destruiré tu alma, sí,
Encantado de conocerte,
espero que adivines mi nombre.
Pero qué es lo que te confunde
Es la naturaleza de mi juego, baby,
relájate.
Oh sí, relájate,
Oh sí, ¡Oh sí!

Dime, baby, ¿cómo me llamo?
Dime querida, baby, adivina mi nombre.
Dime, baby, ¿cómo me llamo?
Si te lo digo una vez, serás culpable.

Oh, sí. ¿Cómo me llamo?
Dime, baby,
¿cómo me llamo?
Dime, cariño,
¿cómo me llamo?
Oh, sí.

Y a continuacion El Zeta

Pues a mi carro yo le he llamado Z, por obvias razones. No porque sea seguidor de López Zavala, ni porque esté ligado a un comando armado que proteja al narcotráfico. No, para nada.
Lo cierto es que este no tiene ese encanto de L. El mío es tosco, grotesco, rojo, patán y barbaján.
Lo único bueno de él es que le encanta tocar música. Y si no tiene música de plano no arranca.
Hoy al joven Z, le toca ir al médico para que lo chequen y le arreglen sus detalles provocados por excesos.
Ni hablar, el joven zeta necesita que le metan mano.

jueves, agosto 07, 2008

COMO LO TIENES TÚ II

No, no es cursilería. Es un punto que sucede en este negocio. El grupo que inventó esta canción es muy pop, pero esta versión con Bunbury no es así. Y lo que dice la canción sucede. Es fácil hartarse, es fácil cansarse. Es difícil tenerlo claro, pero es parte del encanto. Es así. No, no lleva dedicatoria para nadie,aclaro. Sólo es algo que me dio la gana subirlo a este espacio.
Va primero el video de youtube. Y después la letra por si a alguien le interesa, insisto, no lleva dedicatoria. En última instancia es una dedicatoria para mi, nada más que para mi. Podría llamarse un autoreclamo y eso es válido. No es crítica hacia mi, es un mero diagnóstico.